Ignacio Casanueva
Ignacio Casanueva es redactor especializado en temas de tecnología y salud.
… saber más sobre el autorNo hay que haber estudiado una carrera universitaria, ni trabajar en grandes bancos o gestoras para conocer de primera mano cómo funciona la economía. En las empresas se llama “gestión financiera” a todos los procesos y decisiones que se toman para hacer viable el negocio, unas acciones que se pueden trasladar tranquilamente a nuestro día a día.
Hay que apuntar que existen diferentes finanzas dentro de la economía, como la pública, la corporativa, la de los emprendedores, y en nuestro caso, la personal.
La gestión financiera tiene como finalidad analizar, comprender, obtener y utilizar los recursos económicos a nuestro alcance para, de un modo equilibrado, resulte rentable pasado un tiempo. Es decir, lograr una seguridad económica sea cual sea el ámbito de aplicación o uso.
En nuestras finanzas hay características que debemos cumplir para conseguir mantener una buena liquidez con la que hacer frente a los gastos a corto plazo, aumentar el bienestar y tener sistemas o métodos para llevarlos a cabo.
Hay elementos que integran la gestión financiera y con los cuales debemos familiarizarnos:
Teniendo todo lo anterior en cuenta, podremos comenzar a ponerla en práctica. Nuestro punto de partida consistirá en elaborar un balance de la situación económica. En él incluiremos cuáles son los activos (dinero disponible, ahorros y propiedades) y cuáles son los pasivos (todas las deudas y pagos que tenemos que saldar).
Una vez realizado, debemos pensar en cómo evolucionará nuestra propia economía si no realizamos ningún cambio. En estas proyecciones debemos evaluar los riesgos a los que estamos expuestos, como por ejemplo quedarnos en paro, tener que cambiar de vehículo o la necesidad del cambio de vivienda. Con estas dos fotografías podremos dar paso al siguiente paso: los objetivos personales.
Para planificar adecuadamente nuestras finanzas será necesario saber para qué lo vamos a hacer. Entre los objetivos más comunes están:
Las metas que nos pongamos deben ser siempre coherentes, realistas y alcanzables. Y por supuesto que requieran de una reflexión sobre el riesgo y el sacrificio que nos van a demandar.