Fernando Ónega

Lunes 16 de marzo de 2020

2 minutos

 

Nos hemos despertado este lunes con todas las crisis abiertas: la crisis sanitaria, en pleno incremento y sin perspectivas próximas de solución, a pesar del estado de alarma; la crisis económica, consecuencia de la anterior, porque la Seat de Martorell abre un capítulo imprevisible de expedientes temporales de regulación de empleo; la crisis social, con un número incierto de ciudadanos cuya capacidad de resistencia será limitada y será nula en quienes hasta ahora ya tenían dificultades para sobrevivir; la crisis autonómica, porque un presidente autonómico se niega a integrarse en el bloque de resistencia que sea capitaneado por el Estado… Parecía que no faltaba nada, ¿verdad? Pues faltaba otra: la renuncia de Felipe VI a la herencia de su padre y la retirada de la asignación anual. Una conmoción. Una decisión dramática que quizá condene al hombre, pero intenta salvar la institución. Un temblor recorre la columna vertebral del Estado.