¡Qué país más extraño! Los Presupuestos del Estado se aprobaron en el Congreso con una amplísima mayoría, todo un éxito, y si ustedes miran las reacciones, verán que no se habla de Presupuestos, ni de sus partidas, ni de su reparto regional más que para el agravio, ni de su capacidad para crear confianza en los inversores. Todo se limita a resaltar el fuerte gasto social, que buena falta hace después de los desastres de este año, y se habla, sobre todo, de política: de la duración del gobierno, que se prevé larga o, al menos, segura para tres años más; de la “traición a España”, esa hipérbole del PP; de la influencia de Pablo Iglesias, como si él fuese el presidente y Pedro Sánchez el jefe de Estado; de la “nueva era” que anuncia Rufián y no sabemos si se refiere a la autodeterminación de Cataluña, o del enigma que Echenique deja en el aire después de esta imprecación: “Rabiosos, esto es solo el aperitivo”. A todos esos políticos del exceso en la celebración y en el reproche habría que decirles y les digo: sosegaos, habéis aprobado unas cuentas, no la reforma de la Constitución.