Opinión

Entre la alegría y el crimen

Fernando Ónega
Fernando Ónega

Miércoles 2 de junio de 2021

2 minutos

 

Si los deseos del señor García Page se cumplen, nos quedaría un mes de mascarilla obligatoria en espacios exteriores. Si el doctor Simón ve cumplida su medio-profecía, solo nos quedarían unas semanas. Frente a este optimismo han surgido algunas voces científicas que califican la medida, si se adoptase tan pronto, como “un auténtico crimen”. Como yo no soy científico ni profeta solamente me permito dar algún consejo a la autoridad que tiene que decidir. Midan bien sus pasos, porque el virus sigue ahí y seguirá dentro de un mes, por mucho que avance la vacunación. Midan bien sus palabras porque anunciar la retirada de la mascarilla, aunque sea parcial, animará a prescindir de ella a todos los que participan en botellones y otros saraos y tanto nos escandalizan cuando los vemos después en los periódicos. Y tengan cuidado con este tipo de decisiones, que no pasa nada por retrasarlas un poco más, si es cierto que la salud sigue siendo lo primero. Si por precipitarse se produce un contagio, un simple contagio, a ver a quién pedimos responsabilidades. Entre la liberación y el crimen hay una distancia sideral. Lo grave es que pueden coincidir.