Ramón Sánchez-Ocaña
Opinión

Síntomas de la presbicia, las cataratas y el glaucoma

Ramón Sánchez-Ocaña

Martes 10 de marzo de 2020

4 minutos

Ejercicios para aliviar los efectos de la vista cansada

Martes 10 de marzo de 2020

4 minutos

No somos conscientes de aquella afortunada frase de "dos ojos para toda la vida". Aunque sí se nos hace evidente cómo poco a poco, los años pasan factura a nuestra visión. 

Cada dos años, si no hay alguna razón especifica se debe acudir al especialista para hacer una revisión correcta; sobre todo tras el uso permanente de pantallas en el trabajo y en el ocio.

- Se cansa la vista.- La presbicia –eso que popularmente llamamos “vista cansada”– es la pérdida del poder de acomodación del ojo. El sistema de enfoque, a base de músculos, va perdiendo capacidad. Al principio lo paliamos estirando el brazo, pero poco a poco no tenemos más remedio que acudir a las lentes y cada vez con mayor graduación. Solo para enhebrar la aguja o para hacer el crucigrama; pero después, ya para todo.

La gran mayoría sufre la presbicia como algo absolutamente normal y acude a las correcciones para poder tener una buena visión. Se reduce de forma notable el campo visual.

- Cataratas.- La inestabilidad del cristalino da lugar a la aparición de opacidades. El cristalino se va volviendo opaco y la visión se hace borrosa. Un primer síntoma es que con más luz, ve peor; mientas que en un ambiente con iluminación media, ve mejor. Y un síntoma inequívoco: poco antes de sufrir la catarata, varía el índice de refracción del cristalino, de forma que el ojo se hace ligeramente miope. En consecuencia, el paciente ve un poco peor de lejos, pero nota cómo mejora de pronto su visión de cerca. Puede leer el periódico sin gafas... Poco después, ve cómo una fina neblina le va empañando la visión. El último eslabón es la opacidad total. Como si se empañaran absolutamente las gafas. Pero hasta el final se conserva la visión cromática. Se ven colores, pero no se distinguen las formas.

La operación de cataratas es sencilla y rápida. Pero el cristalino opacificado que se extrae supone una corrección necesaria de 12 dioptrías. Y se resuelve o con gafas pesadas y gruesas o con el implante, durante la misma intervención, de lentes intraoculares, que es lo más frecuente.

- El Glaucoma.- Produce una ceguera perfectamente evitable. Pero como evoluciona sin dar síntomas es la primera causa de ceguera en los países más desarrollados. 

Quien lo padece diría que pierde vista poco a poco. Cambia de gafas con frecuencia en los últimos tiempos pero no acaba de encontrarse a gusto. Cuando va a un sitio oscuro tiene una enorme dificultad para ajustar la vista; no encuentra una referencia clara para poder enfocar. Pierde vista más lateral que frontal. Y casi todas las luces las ve con una  irisación alrededor...

Entre la córnea y el cristalino, hay un líquido transparente que se produce y se elimina de forma constante. Es líquido de limpieza, de lubrificación. Por alguna circunstancia, puede ocurrir que los canales de salida de ese líquido se cierren y entonces se dificulta o bloquea su eliminación; ese líquido no puede salir. En el ojo se produce un aumento de ese humor y, por tanto, se advierte mayor presión. Ese aumento de presión interrumpe el flujo de sangre al nervio óptico que, entonces, queda sin riego. Los ojos, aunque miren, no pueden transmitir la imagen hacia el cerebro. Miran, pero no ven.

De todos modos, aunque un poco tarde, puede haber una serie de pistas que nos pueden alertar. El primero quizá sea el del cambio frecuente de gafas. Como si no encontrara ninguna que quedara bien. Suele haber una pérdida de visión lateral, como si tuviera que mirar siempre de frente. En objetos muy próximos suele haber dificultad para enfocar la vista. También resulta difícil ver en lugares oscuros, como en el teatro o en una sala con poca luz.

Por eso es muy importante revisar la tensión ocular (que no guarda relación alguna con la tensión arterial). Se toma de forma rápida con una maquinita que emite un soplido sobre la superficie del ojo. 

- Desprendimiento de retina.- La retina es la más interna de las capas del ojo. Está pegada a la pared más profunda. Si la retina se despega, deja de recibir sangre, y por tanto, se atrofia y pierde su función. Es el desprendimiento.

Si descartamos el desprendimiento traumático, el desgarro puede iniciarse por una enfermedad del propio ojo como la miopía magna o progresiva. Es como si en el interior del ojo hubiera más presión de la soportable. Las paredes del ojo tienen que ir estirándose, y por tanto, perdiendo grosor y consistencia. La retina se va haciendo más débil y más susceptible de que en algún punto surja el problema.

El primer aviso de un desprendimiento es la visión de estrellas. Son los fosfenos. En ese momento, el desprendimiento de la retina es todavía evitable. Pero si no se toman medidas, pronto aparecerá el primer indicio de que la retina se está desprendiendo: una parte del ojo deja de ver, como si hubiera una sombra por uno de sus ángulo .

- Cuando el ojo se seca.- No es muy frecuente, pero si importante este conjunto de síntomas que se definen como de “ojo seco”. Se debe, como no es difícil deducir, a una alteración bien en la cantidad de lágrima, bien a un cambio en su composición que las hace menos útiles para la labor que desempeñan. Y las causas que llevan a ese cambio lacrimal se acentúan siempre con los años. El síndrome del ojo seco afecta con más frecuencia a las mujeres que a los varones.

Sobre el autor:

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid. 

En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979)​ y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.

Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.

Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición

En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.

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