Boda en la residencia para devolver la ilusión a los mayores: "Han sido unos días mágicos"

Las bodas son un motivo de celebración, de reencuentro con familia y amigos. Un día muy especial y muy emotivo para los novios, que delante de todas las personas que quieren deciden decirse 'sí quiero'. Normalmente, es la pareja la protagonista del enlace, pero en esta historia, son los invitados los que han acaparado toda la atención. 

Para entender de lo que estamos hablando, tenemos que desplazarnos hasta el centro de mayores Fundación Miranda de Barakaldo, donde los usuarios recibieron hace unas semanas una invitación inesperada. Mari Paz y Vicente tenían el gusto de invitarles a su enlace y al banquete posterior.

Los 230 invitados podían ir acompañados de sus familias, ya que la boda tendría lugar en los jardines de la propia residencia. 

Fundación Miranda de Barakaldo

Nadie conocía a los novios, pero eso no importaba, porque el objetivo no era celebrar una boda, sino combatir la soledad no deseada y devolver a los mayores la ilusión. "La gente lo que quiere es sentir que no está sola, y en concreto, la actividad de la boda está enmarcada en un programa de lucha contra la soledad no deseada que tenemos ya activo desde hace unos tres años, y lo que buscamos son acciones directas que incidan en la persona de a pie para realmente paliar esa sensación de soledad", cuenta a 65YMÁS Iván Llorente, responsable de Cuidados de la Fundación.

"La soledad no deseada es multidimensional y se puede entender de múltiples maneras, y nosotros nos hemos dado cuenta de que las personas que viven en nuestro centro sienten que no son capaces de participar de los eventos sociales y culturales, que para las personas autónomas e independientes son lo más habitual del mundo", nos explica Llorente.

"Si a mí me llega una invitación de boda, decido si ir o no, pero a ellos por desgracia ni les llega o físicamente no pueden desplazarse hasta el lugar, y se sienten muy excluidos", lamenta el responsable. 

Y por eso desde la Fundación pensaron que 'si ellos no van a la boda, que la boda vaya a ellos', y así lo hicieron: "Queríamos devolverles el control, que volvieran a sentirse anfitriones, y conseguir que las personas que viven aquí estén felices y orgullosas, e inviten a su familia a participar también porque pueden volver a invitar".

¿Quiénes eran los novios?

Fundación Miranda de Barakaldo

"Los novios no eran Mari Paz, ni Vicente, sino dos trabajadores del centro que son pareja, que se llaman Estrella y Alfredo, y para ellos la boda, que oficié yo, fue muy especial, y lo vivieron como un enlace de verdad. Fue una forma de regalar a las personas residentes su amor", nos aclara Llorente.

Los mayores se llevaron una gran sorpresa al descubrir quiénes eran los novios, y evidentemente no dudaron en celebrar con ellos un día tan especial, que llevaban esperando desde que recibieron las invitaciones: "Hace un mes cada uno de los residentes recibió una tarjeta personalizada, y la frase más repetida fue '¿para mí?' Les sorprende porque cuentan con que ya no les toca. Y eso es lo peor: negarte a ti mismo las posibilidades", nos comenta el responsable. 

"Hubo de todo. Había gente que ya había estado en la otra boda que celebramos en 2016, y ellos precisamente fueron los que más insistieron en comprarse un vestido nuevo, nos pedían que fuéramos al pueblo a recoger su traje... Porque lo hacemos muy real: hay un coche descapotable que entra, un DJ, un menú impresionante que encantó a las familias... Se trata de eso, que ya que lo hacemos, que ellos se sientan orgullosos al ver a sus hijos pasárselo bien. Y eso también les da mucha confianza de que sus padres están en buenas manos", destaca Llorente.

Una boda ficticia muy real que ha tenido bastante ocupados a todos sus invitados, que durante los días previos han estado preparándose, buscando sus mejores galas y han pasado por peluquería, manicura y maquillaje gracias a la colaboración de los alumnos de varios institutos donde se imparten dichas modalidades estéticas.

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"Los novios se prestaron voluntarios, y Estrella, que es la que lleva más años trabajando con nosotros, se paró a hablar con todos ellos, haciéndoles sentir especiales", asegura el responsable.

Ni la lluvia pudo con la boda

"Tuvimos una situación inesperada a escasos minutos de empezar la boda, y es que se puso a llover con todos ya sentados en el jardín, y empezamos a acompañar a todos los residentes a resguardarse, y pensar qué hacer. Lo más habitual hubiera sido anularlo, pero nosotros éramos conscientes de la ilusión que habíamos generado, y en tan solo 45 minutos organizamos entre todos la boda en el interior", comenta Llorente.

Con los problemas de espacio resueltos, los novios se dieron el 'sí, quiero', y los mayores disfrutaron de una tarde amena con sus familiares, donde no faltó la comida y la música: "La magia crea magia, y todo salió muy bien", asegura el responsable.

Pero la historia no acaba aquí, porque tal y como nos explica Llorente: "Intentamos que todo tenga un porqué, y no darnos una palmadita en la espalda por haberlo hecho bien. El mes previo –y ahora el posterior– son los más importantes. Es necesario manejar la ola de euforia posterior al evento. No sirve de nada generar euforia si al día siguiente no hay nada".

"Las semanas previas se ha trabajado a través de diferentes dinámicas: les hemos preguntado a qué bodas han ido haciendo así reminiscencia, y las últimas semanas hemos estado haciendo los regalos a los novios, haciendo que los mayores se sientan activos".

"Y ahora lo que estamos trabajando es el libro de firmas, que es muy grande y vistoso, para que los mayores dejen su impronta. Y los novios, en unas semanas, volverán a saludar a los mayores e ir cerrando ya esta actividad" que tanto ha gustado a sus mayores. 

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