Sociedad

Vecinos, una relación de amor o de odio: ¿por qué?

Irene Alcaraz

Sábado 25 de junio de 2022

6 minutos

Hablamos con la psicóloga Elena Arderius sobre los entresijos de la convivencia vecinal

Lo que dice nuestra relación con los vecinos de nosotros
Irene Alcaraz

Sábado 25 de junio de 2022

6 minutos

Cuando hablamos de relaciones sociales, se piensa en amigos, compañeros de trabajo o los contactos cotidianos con desconocidos, pero rara vez se piensa en los vecinos pese a que, en realidad, son la prolongación inmediata de nuestra sociabilidad; los que nos fuerzan a demostrarnos si somos capaces de convivir con otras personas.

Lo que dice nuestra relación con los vecinos de nosotros
Dos vecinos durante el confinamiento. Fuente: EuropaPress

 

Para arrojar luz sobre los entresijos de la convivencia vecinal entrevistamos a Elena Arderius Sánchez, psicóloga y directora del Centro de Atención Integral a la Familia (CAIF) de la Universidad Francisco de Vitoria. Para ella, efectivamente, “la convivencia vecinal es una manera más de tener relaciones sociales”. Pero, como en las relaciones sociales, hay personas con mayor predisposición o facilidad que otras, “ya que a todas las personas no les gusta o necesitan del mismo modo relacionarse con los demás”.

Por esa misma razón, a la hora de valorar si la convivencia nos resulta algo positivo o algo negativo, Elena Arderius señala que hay que tener en cuenta que “esta valoración la hacemos cada uno a título particular, por lo que si uno ve más cosas negativas que otro, le costará o no querrá vivir y tener vecinos”.

Factores externos que influyen en la convivencia

Las relaciones con los vecinos vienen condicionadas, además de por nuestras propias capacidades sociales, por aspectos como el tipo de vivienda o la distribución del tiempo de descanso. Frente a las grandes ciudades, en las que “llegamos con el coche directamente al garaje y no nos encontramos con el otro” existe otro tipo de vida social que ahora parece menos frecuente: “Antes los vecinos salían a la puerta con las sillas y se ponían a charlar y a pasar el tiempo”, recuerda Arderius.

Lo que dice nuestra relación con los vecinos de nosotros
Vecinas de El Palo, Málaga. Fuente: EuropaPress

 

Aunque también advierte que este modelo pervive en algunos espacios de la ciudad, como las comunidades de vecinos, donde “quienes hacen uso de esos espacios, pueden aprovechar para hablar con el vecino o la vecina, mientras los niños están en la piscina, corren por el jardín de la urbanización o montan en bici”.

Esto demuestra que el tipo de vivienda puede influir en las posibilidades de interactuar con nuestros vecinos: “No es lo mismo vivir en una urbanización de chalets adosados, donde solo convives en las zonas comunes, que en un piso donde el de arriba puede hacer ruido, o donde compartes momentos agradables (o no tan agradables) en la piscina. Es decir, aumenta la frecuencia y la intensidad de lo bueno y de lo malo en función del tipo de vivienda y la intensidad y la frecuencia del encuentro con el vecino”.

Zona de infinitos grises

Pese a las preferencias individuales, el tipo de vivienda o el azar, la vecindad tiene por lo general muchos aspectos positivos que no deben pasar desapercibidos. Para Elena Arderius son incontables: ganar confianza con los vecinos puede favorecer que nos sintamos más tranquilos y seguros en nuestro hogar, que sintamos que pueden ser una ayuda ante imprevistos e incluso un apoyo en momentos de soledad.

Lo que dice nuestra relación con los vecinos de nosotros
Vecina de La Caridad (Asturias). Fuente: EuropaPress
 

“Por otra parte” añade, “pueden facilitar algunos trámites que hay que hacer en la vivienda y se pueden crear ciertos lazos de amistad al encontrarte con personas que comparten el mismo ambiente al tuyo. Además, puedes compartir gastos, tener actividades lúdicas en la comunidad, instalaciones conjuntas…”

En cambio, también existen actitudes que pueden desgastar la relación vecinal y que están normalmente vinculados a “personas que puedan actuar de manera muy diferente a la tuya, dando lugar a conflictos cotidianos que en algunos casos pueden ser difíciles de resolver. Si hay momentos en los que las circunstancias vitales son muy diferentes, pueden existir dificultades de empatía o molestias ante ruidos, horarios, fiestas, uso y mantenimiento de zonas comunes” señala la psicóloga.

Consejos para mejorar la convivencia

Frente a la pregunta de cómo podemos afrontar una convivencia difícil y qué podemos hacer en estos casos para ser mejores vecinos, Elena Arderius considera que, desde su punto de vista como mediadora, “lo más adecuado es llegar a la negociación, la comunicación y al acuerdo, para que sea un ganar-ganar y que de esta manera exista una decisión o una alternativa donde ambas partes se sientan escuchadas, se pueda dialogar, entender las razones de cada parte y poder encontrar la solución más satisfactoria para todos”.

Lo que dice nuestra relación con los vecinos de nosotros

Por lo tanto si tenemos un problema o cierto malestar con un vecino, la convivencia también pasa por tener una comunicación asertiva, para lo que la directora destaca primar la empatía y una escucha tolerante y respetuosa, es decir, crear un espacio donde ambos puedan expresar sus necesidades sin atacarse. Arderius recuerda que, al fin y al cabo, “convivir implica que muchas veces tienes que ceder por el bien común que es la convivencia”.

Sobre el autor:

Irene Alcaraz

Irene Alcaraz, redactora

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